Líneas de expresión, tono apagado… Algo increíble le pasó a mi rostro — Te lo contaré solo a ti.
Líneas de expresión, tono apagado… Algo increíble le pasó a mi rostro — Te lo contaré solo a ti.
Parte 1: Ni siquiera pensaba en “ver resultados” — solo quería confirmar que era seguro
Justo antes de lanzar el dispositivo SkinLinks Estella, esto fue lo que hice:
Lo probé en mí misma durante 3 horas cada noche, 6 días seguidos — enfocándome en la frente y entre las cejas. Con Netflix y YouTube de fondo, simplemente seguía aplicándolo.
El objetivo era claro:
- "¿Es realmente seguro este dispositivo?”
- ¿Causaría irritación como el láser o el HIFU?
- ¿Tendría efectos secundarios?
Como soy quien está presentando este producto al mundo, necesitaba probarlo en mi propia piel primero.
¿El resultado?
Sin dolor. Sin brotes. Nada malo. Fue totalmente claro: esto es seguro. Desde entonces, he basado todo mi trabajo de ventas en ese único hecho. En aquel momento, no tenía ninguna expectativa de que mi piel mejorara —ni siquiera pensaba que eso fuera importante.
Y eso fue todo.
Parte 2: ¿Mi piel? Honestamente, era un desastre — pero no me daba cuenta
Pasó un año entero. No volví a tocar el dispositivo. Por supuesto, no había razón para que mi piel mejorara.
Aquí va la verdad: tenía cicatrices profundas, como cráteres, por el acné de mi adolescencia, trabajé durante años al aire libre expuesta al sol, nunca usé protector solar y ni siquiera me preocupaba por una rutina básica de cuidado facial.
Uno de mis amigos más cercanos me dijo una vez: “Ojalá pudiera lijarte la cara para dejarla lisa.” Y sí, tenía razón. Mientras tanto, yo andaba por ahí explicando con toda confianza los principios del dispositivo, su seguridad y mostrando fotos del antes y después a los clientes.
¿Pero mi propio rostro? Simplemente lo ignoraba. La mayoría de los días ni siquiera me molestaba en mirarme al espejo.
Parte 3: Hace dos meses, de repente pensé — “¿Por qué demonios no estoy usando este dispositivo?”
Hace tres meses, en una demostración de cuidado de la piel, la instructora dijo algo que me impactó:
“La piel solo cambia cuando la cuidas — de forma constante, todos los días.”
Por alguna razón, esa frase se me quedó grabada. Así que tomé una decisión:
“Está bien. Voy a usar este dispositivo correctamente, en serio esta vez.”
¿Rutina?
No tenía ninguna. Si tenía tiempo, me ponía un poco de gel de aloe, suero o crema. Si estaba cansada o perezosa, simplemente me colocaba una mascarilla y pasaba el dispositivo por encima. De forma bastante aleatoria, sinceramente. Mantuve esa dinámica — más o menos cada 2 o 3 días — durante un mes. Luego, la vida volvió a ser un caos y dejé de usarlo por completo durante otro mes.
Y como no esperaba ningún resultado, ni siquiera me miraba al espejo. Así que, por supuesto, no tenía idea de si algo había cambiado.
Parte 4: ¿Fue una coincidencia o el destino? Ese momento frente al espejo lo cambió todo
Hace una semana, una reunión importante con un comprador del extranjero estuvo a punto de cancelarse. Yo estaba ansiosa, dándole vueltas a todo.
“Si de repente tengo aunque sea un minuto cara a cara… ¿cómo puedo dejar una impresión duradera?”
Y entonces me cayó el veinte: mi piel.
“¡Espera, he estado usando Estella! Pero… ¿realmente hizo algo?”
Por primera vez, me paré frente al espejo y observé mi rostro con seriedad. Pasé horas buscando fotos antiguas, igualé el ángulo con una nueva foto de mi cara y las puse una al lado de la otra.
Y me quedé en shock. Literalmente con la boca abierta.
-
Las cicatrices profundas estaban visiblemente suavizadas.
-
Los pliegues nasolabiales se habían atenuado claramente.
-
Los poros estaban más cerrados.
-
Y mi tono apagado se había convertido en un brillo claro, con un matiz rosado.
Fue la primera vez que pensé: “Vaya… mi piel en realidad se ve bien ahora.”
Entonces recordé algo que había leído en un artículo clínico sobre el cuidado de la piel:
“Cuando las células de la piel se reactivan, el tono se vuelve más claro.”
Y sucedió — en mi propio rostro.
